Las Redes marinas trampa mortal
Las Redes marinas trampa mortal. Son (mallas) que utilizan los pescadores para capturar animales marinos. Estas mallas son hechas de hilos y están amarrados o entretejidos entre si. Estas redes que abandonan los pescadores en mares y océanos tienen un impacto mortal sobre la flora y fauna.
Las redes marinas y su impacto ambiental
Las redes marinas causan gran estragos en la vida marina. Ya que los animales que quedan atrapados en estas redes y sin poder librarse de ellas mueren ahogados.
El abandono de estas redes por los pecadores, muchas veces los hacen intencionalmente en el mar ya sea por accidente o voluntariamente por los pescadores cuando ya no les son útiles para la pesca.
La Global Ghost Gear considera que 640.000 toneladas redes y otros equipos que se usan para la pesca se pierden o son abandonados en todos los océanos del mundo. Más del 40% de los mamíferos y otros animales marinos se han visto afectados por estas redes fantasmales que amenazan peligrosamente a varias especies que están en vía de extinción.
Iniciativa Global contra las Redes Fantasmales
El GGGI es una alianza de gobiernos, líderes de la industria pesquera, investigadores y ONGs, comprometidos con la reducción de las redes fantasmas a nivel mundial y la protección de los animales marinos.
Thomas Esang Remengesau, Presidente de la República de Palau, habló en la Sede de las Naciones Unidas durante un evento paralelo de la Conferencia de las Naciones Unidas el 5 de junio de 2017.
En el 2015, las Naciones Unidas establecieron 17 ambiciosos objetivos mundiales, conocidos como Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDGs en inglés). El Objetivo 14 está totalmente centrado en nuestros océanos y pide una reducción significativa de la contaminación marina de todo tipo, incluyendo las redes fantasma, para el 2025.
Montañas submarinos y las mortíferas redes.
Las montañas submarinas están muy lejos de las costas y aun alla se encuentran estas redes mortíferas. Y una de las montañas marinas mas afectada es el Vema. Esta montaña submarina se encuentra en el Océano Atlántico Sur . Y fue descubierto en 1959 por un barco con el mismo nombre, se encuentra a 1.600 kilómetros (1.000 millas) de Tristán da Cunha y 1.000 kilómetros (620 millas) al noreste de Ciudad del Cabo .
Desde el fondo del océano se extiende a 4.600 metros de altura.
En la montaña submarino Vema. la pesca está restringida por su sobreexplotación. Todavía se siguen encontrando estas redes fantasma fruto de la presión pesquera de años atrás. Es bastante macabro ver el legado de la pesca destructiva en un lugar como este.
La pesca pasiva y su impacto a la vida marina
Otro dato recogido en el análisis muestra que el 6% de todas las redes utilizadas, el 9% de todas las artes de pesca pasiva como las nasas y el 29% de todos los palangres (líneas de pesca de varios kilómetros de largo) se quedan abandonadas en la mar. Los viejos desechos de pesca no solo siguen matando la vida marina, sino que también dañan gravemente los hábitats submarinos. Los montes submarinos se ven particularmente afectados porque, por su gran variedad de fauna, son zonas de intensa actividad pesquera.
La población de langosta de Tristán es una especie icónica del monte Vema, que estuvo al borde de la extinción en dos ocasiones debido a la sobrepesca. La langosta todavía está en vía de recuperación. Pero corre el riesgo de ser capturada o quedar atrapadas en estas redes fantasmas.
Sin embargo, por otro lado, el monte Vema refleja cómo los océanos tienen una sorprendente capacidad de regeneración. Pero para recuperarse y prosperar adecuadamente estos espacios deben estar completamente fuera del alcance de las actividades humanas dañinas. Las protecciones actuales para los ecosistemas en aguas internacionales claramente no son suficientes.
Por eso en Greenpeace estamos navegando de Polo a Polo y estamos muestreando en la montaña submarina de Vema, reclamando que se implementen medidas de gestión más estrictas contra las mortales redes fantasmas. Esto incluye el acuerdo de un Tratado Global de los Océanos que podría proteger, al menos, el 30% de los océanos para 2030, prohibiendo las actividades humanas más peligrosas, como la pesca industrial.